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Jesús Quintero … y el loco bajó de la colina

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La periodista, escritora, y expareja, Joana Bonet, entrevista al creador del programa nocturno de la radio española más popular en los años ochenta para Vanity Fair

"'El Loco de la colina' nació porque me cansé de ser un locutor loro"

  • "Siento la ridícula extrañeza de estar escribiendo sobre un hombre que fue mi pareja hace más de veinticinco años, el padre de mi hija Lola. Pero el pasado acaba encontrando un lugar pacífico donde alojarse, como estos campos de fresas"

RevistaVanityFair.es, Joana Bonet, 7.8.2021. EXTRACTO.El loco de la Colina no concede entrevistas. Alguna por escrito. Me la entrega nada más verme, unos folios encabezados por una frase de Oriana Fallaci: “Cada vez que uno es entrevistado, vende su alma”. Su solemnidad forma parte del mito. Igual que los silencios. El humo del cigarro que no fuma desde hace 20 años. Los rizos ondulados. La sombra de Freud y la del Beni de Cádiz. Los gitanos le atribuyen un cuarterón y los argentinos le pidieron que pasara de extranjis, por si acaso, la cinta de los juicios de Videla que hoy conserva en sus archivos.

Jesús Quintero en un reportaje fotográfico realizado con mimo por Sofía Moro
Lleva un foulard de colores de Etro –tiene centenares, según él significan protección- y deportivas. Mirada torva, mirada risueña, paso despacioso –hay que moverse poco cuando hace calor– y una melancolía heredada de Al-Mutamid, el último rey mozárabe que escribía versos en su cautiverio. Le recuerdo que he ido a visitarlo para hacerle un reportaje para Vanity Fair. Demasiado tiempo apareciendo como un fantasma en los programas del corazón o en El País, que publicaba el pasado verano una nota titulada “Éxito y caída de Jesús Quintero” donde no aparecía ni una sola declaración suya.
Quintero escucha la radio. La SER. A Àngels Barceló. Le gustan Iñaki Gabilondo, Javier del Pino, y las entrevistas de Valdano. “Gente sólida que conecta con los monstruos del mundo”, dice

Deudas. Ruina. Enfermedad. Abandono. El corazón herido. Incluso alguien dijo que lo vieron rebuscando en la basura. Tras una larguísima carrera como creador de un mundo y un estilo propios en la comunicación, hace cinco años abandonó los platós, coincidiendo con la quiebra de su último proyecto empresarial, el Teatro Quintero. Ha traído percheros con chalecos y camisas variadas para posar frente a la cámara de Sofía Moro. No ha perdido la intensidad al observar, forzando la retina, como una manera de penetrar la mirada del otro.

Es despistado, se ausenta en sus cábalas, escurridizo. Lo disimula con su manera de reír con todo el cuerpo. Tiene buena memoria. Esquivó un grave infarto, gracias a Valentín Fuster que le puso un stent en 1996 en el Mount Sinai Hospital. La gata acaba de parir en una casita de cartón entre percheros de ropa de marca –y ahora también de Zara. En las mesas del salón se desparraman carpetas de colores con preguntas por temas y letras mayúsculas. Y todos los libros editados sobre la entrevista. Quintero escucha la radio. La SER. A Àngels Barceló. Le gustan Iñaki Gabilondo, Javier del Pino, y las entrevistas de Valdano. “Gente sólida que conecta con los monstruos del mundo”, dice.

-¿Por qué nunca has dejado de ser El Loco de la Colina?

-Porque no tengo un sentido práctico de la vida. Porque sé bien quién es el enemigo y cuál es la guerra. Porque creo que la distancia más corta entre dos puntos no es la coma sino la cama. Porque creo que el fondo de los mares es para el coral y no para los submarinos nucleares. Me cansé de ser un locutor loro y ahí nació El Loco de la Colina. Soy un desastre para la venganza, no es que perdone, es que olvido las ofensas.

La figura de Quintero demuestra que no siempre los grandes creativos resultan buenos emprendedores
En los años 70 se cansó de hacer de locutor durante la dictadura, se compró una rulotte y viajaba para grabar un programa piloto. Hoy su español fluye en andaluz, “un día me di cuenta que querían robarme el acento. “Me motivaba crear un mundo. Como Fellini, Almodóvar, Valdano…”. El director de RNE dijo que aquel programa conducía al suicidio. Él decía: “para quien hablo, a quien me escucha, siento que mi cabeza funciona como un fórmula 1 por un acantilado…” Se cuenta que el teniente general Manuel Gutiérrez Mellado llamó al director de la emisora y le preguntó: ¿quién es ese muchacho que habla por la noche? ¿Por qué lo has quitado? A partir de entonces todo fueron puertas abiertas. Un día sonaba 'The fool of de hill'. Y decidió que aquel era el nombre del programa: “yo soy un loco de la colina”, dijo, y así quedó el título, en lugar del que pedía la emisora y Quintero detestaba: “Para mayores sin reparos.”

-¿Cuáles son tus pasiones?

-Mis tres grandes pasiones son la radio, la noche y mis hijas Lola y Andrea. Andrea es periodista, además escribe con mucho arte, y Lola estudió Políticas y Sociología en Inglaterra, y es culta e inteligente. Pero fui un padre imperfecto. En la colina estuve a punto de volverme loco de verdad. Sí, las dos charnegas: andaluzas y catalanas de sangre. Siempre me ha gustado Catalunya.

-Disfruta de la entrevista entera aquí.

-Visita el blog de Joana Bonet

 

Relacionado:

-Esta web realizó en 2019 un amplio HOMENAJE en que el que participaron las dos empresas de radio en las que más brilló: RNE y la Cadena SER. Se incluyó además un podcast en el que más de veinte de sus compañeros de profesión glosaron su figura y sus aportaciones al universo radiofónico patrio.


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