Quantcast
Channel: GORKA ZUMETA - Consultor y Formador
Viewing all articles
Browse latest Browse all 5683

Situación excepcional; EGM excepcional

$
0
0
El próximo día 2 de diciembre se publicarán los resultados de la segunda ola del EGM de 2020, que debería ser la tercera del año 

Si alguien debe ganar, tiene que ser LA RADIO 

  • El EGM realiza 155.000 encuestas al año, de las que la radio se beneficia de casi 80.000
  • Este año, AIMC no podrá ofrecer un dato acumulado correspondiente a las tres olas de 2020, por eso recurrirá a incluir, para la media, la 3ª ola de 2019

El EGM no podrá ofrecer un acumulado anual correspondiente al año 2020. La paralización de la segunda ola, interrumpida por la COVID-19, dejará coja la encuesta. Pero, para alcanzar la misma solidez del estudio, el acumulado anual incluirá las tres últimas olas, aunque una de ellas corresponda a 2019.

El día 2 de diciembre colocaremos a cada marca en su lugar

En 1968 se puso en marcha el primer Estudio General de Medios con dieciséis mil encuestas. Va para cincuenta y dos años que contamos con esta macroencuesta que se encarga de medir los hábitos de escucha de radio, entre otros consumos en medios de comunicación (prensa, revistas y televisión entre ellas). Hoy, el EGM realiza casi 155.000 entrevistas al año. De ellas, veintisiete mil son encuestas face to face (presenciales), en las que se pregunta por todos los medios, y son las más eficaces. A estas se suman tres mil que se realizan a través de un panel online. Para averiguar el consumo de radio en nuestro país el EGM dedica específicamente treinta y siete mil entrevistas telefónicas, a las que se suma un suplemento de doce mil cien dedicadas a ampliar datos en Cataluña, comunidad de alto consumo de radio, y mercado estratégico. Esto hace que el número total de encuestas de las que se beneficia la radio asciende a 79.100 anuales.

Comprobaremos si la radio ha conseguido crecer en audiencia neta y, si lo consigue, en qué proporción. 2020 es un año extraordinario, con efectos extraordinarios y -todos lo afirman- coyunturales. Superada la pandemia, las aguas volverán a su cauce

Sin embargo, en este 2020, año de la pandemia del coronavirus, la Asociación para la Investigación de Medios de comunicación(AIMC) se vio obligada a suspender la segunda ola del año, ante la imposibilidad de realizar las entrevistas presenciales. La paralización del estudio constituyó una de las peores consecuencias de la COVID-19 para el sector, por cuanto se confirmó, por otras vías, que había aumentado el consumo de radio durante el confinamiento (no solo por la necesidad de estar informado, sino también por la de sentirse acompañado), pero, paradójicamente, el EGM no pudo certificarlo.

Por eso, la muestra de este 2020, contará con veintiséis mil seiscientas encuestas menos de muestra, y aunque la representatividad de los datos de ola será estadísticamente irreprochable (han cumplido con todas las previsiones de ola), lo cierto es que la reducción anual de la muestra supondrá una merma de la fiabilidad de los datos. Para soslayarla, la AIMC ha tomado la decisión de calcular el dato de acumulado (que incluya tres oleadas y por tanto las 79.100 encuestas) incluyendo los datos de la tercera ola de 2019. Así reedita la solidez del estudio, sin parangón en ningún otro análisis de audiencia del sector.

Las cadenas de radio están caninas. Necesitan el EGM para reafirmarse como uno de los medios de comunicación que más han subido en este año de la crisis pandémica. Comprobaremos, ciertamente, si la radio ha conseguido crecer en audiencia neta y, si lo consigue, en qué proporción. 2020 es un año extraordinario, con efectos extraordinarios y -todos lo afirman- coyunturales. Superada la pandemia (confiemos en que sea más pronto que tarde) las aguas volverán a su cauce. Pero en este 2020 el paisaje en general se ha visto alterado, y la radio no podía escapar a esta nueva realidad.

Dentro de ese aspecto extraordinario que subrayo, me gustaría comprobar que las grandes cadenas, en lugar de seguir cocinando sus datos, en ‘modo autobombo’, se detienen por un momento en la excepcionalidad del año, y acuerdan destacar la cifra global de audiencia de radio en España, como la verdadera cifra a destacar, lejos del partidismo a que nos tienen acostumbrados, el mismo que tanto critican de los partidos políticos. La que tiene que ganar en esta situación excepcional es LA RADIO, no la SER, ni la Cope, ni Onda Cero, ni siquiera Radio Nacional de España, que representa el gran valor de la radio pública nacional, que sigue siendo la gran marginada de la Corporación RTVE (y la primera letra de la marca, que a veces parece sobrar). Ojalá esto fuera algo más que un sueño...

Durante la pandemia se ha hecho más radio desde casa que en toda la historia del medio

Por contra, si la cifra neta de audiencia de radio en España no crece, me declaro incapaz de entenderlo si no es con el análisis más pesimista, aquel que mantiene que la radio, indefectiblemente, va perdiendo oyentes, ola tras ola, y que, a lo sumo, lo más que logra, es traspasar oyentes de radio temática a radio hablada. Pero no adelantemos acontecimientos. El día 2 de diciembre saldremos de dudas.

No creo que la radio deba contribuir a tensionar más a la sociedad, ni a servir de altavoz acrítico a unos políticos que, se demuestra, viven en campaña permanente, unos desde el acoso como estrategia y otros ejerciendo la oposición desde el mismísimo Gobierno

Necesitan -todas- un buen EGM, a modo de árnica para empujar el difícil y complicado camino que se les presenta hasta final de año, hasta llegar a ese 31 de diciembre en que cerrarán el ejercicio anual. Entonces compararán sus previsiones con los resultados alcanzados y comprobarán que lo mejor que pueden hacer es olvidar el bache de 2020 como el año negro de la COVID-19. Ha sido sin duda un año para olvidar, un año perdido tal vez. Pero un año en que la radio ha cumplido con su función social de manera más decidida y eficaz.

La radio, por otra parte, no puede permanecer ajena a la realidad política de nuestro país, y a la enorme polarización de posturas en torno a la gestión del Gobierno de la pandemia. Y no solo de la pandemia, también de otros asuntos, que a menudo los argumentarios fuerzan, de uno y otro lado, para seguir tirando de la sokatira que extiende la tensión entre la ciudadanía. En muchos casos, tensión artificial. La nueva Ley Celaá de la Educación es el sempiterno ejemplo de la incompetencia manifiesta de nuestros políticos para llegar a un acuerdo de Estado en torno a una ley estratégica de la que depende el futuro del país. Cuando Ángel Gabilondo asumió el cargo de ministro de Educación (2009-2011) lo hizo con un único, y loable, objetivo: lograr el consenso necesario para elaborar una nueva ley educativa. Se marchó sin lograrlo, frustrado. Y no fue porque no lo intentó. Nunca, en la historia de la democracia española, el PP ha apoyado una ley liderada por el PSOE, ni el PSOE lo ha hecho con una del PP. Deberían utilizar la misma fórmula del cónclave para la elección papal, y encerrarse hasta ponerse de acuerdo. Su fracaso demuestra su mediocridad y falta de sentido de Estado.

La radio vive esa tensión, como buen espejo de lo que ocurre. Y la tensión remueve conciencias, y también manipula las peor amuebladas. En Cope, por citar la opción de la radio española que se ha posicionado abiertamente en contra de la gestión del Gobierno del PSOE y Unidas Podemos, esperan que su gestión frentista logre resultados, en clave de audiencia. Esperan acoger a todos los insatisfechos y reducir distancia entre “Herrera en Cope” y el “Hoy por Hoy” de la Cadena SER, el eterno líder. Pero ayer Carlos Herrera reconocía en antena que en la tercera ola del año tradicionalmente descendía en audiencia. “Ojalá que no se vuelva a cumplir” el maleficio, señalaba.

La tecnología ha resultado imprescindible para garantizar las emisiones y el compromiso social del medio

La SER no ha participado de esa misma estrategia frentista. De hecho, ha dirigido su crítica al Gobierno cuando lo ha hecho mal, demostrando su propia incompetencia o escorándose demasiado a la izquierda en un país sociológicamente de centro, y también ha dirigido sus dardos contra el Partido Popular, que no deja de forzar la situación para beneficio propio. Faltan verdaderos líderes con sentido de Estado. La campaña de la SER “La voz en medio del ruido”, aludía precisamente a este ambiente de tensión alimentada interesadamente por la clase política, incapaz de ponerse de acuerdo en cuestiones tan trascendentales como la resolución de una crisis sanitaria global.

Las cadenas de radio están caninas. Necesitan el EGM para reafirmarse como el medio de comunicación que más se ha robustecido en tiempo de pandemia

En medio, Onda Cero, más tranquila, avanza, como nos tiene acostumbrados, desde diferentes sensibilidades, enarbolando la pluralidad de sus comunicadores, pero sin extremismos o descalificaciones. Y RNE está intentando hacer un buen trabajo, a través de sus servicios informativos, liderados en las mañanas por el más joven de todos los comunicadores del prime time de la radio española, Íñigo Alfonso.

La radio necesita fortalecerse. En general. Demostrar que su labor ha sido imprescindible durante esta crisis sanitaria. Ha resultado providencial para millones de oyentes que siguen confiando en ella todos los días, de lunes a domingo, para informarse y para sentirse acompañados. Ningún otro medio nos enriquece tanto, también en el plano de las emociones. No creo que la radio deba contribuir a tensionar más a la sociedad, ni a servir de altavoz acrítico a unos políticos que, se demuestra, viven en campaña permanente, unos desde el acoso como estrategia y otros ejerciendo la oposición desde el mismísimo Gobierno. La radio tiene que ayudar a centrar y a clarificar el debate, desde la verdad y la honestidad. De lo contrario, contribuiremos al descrédito del oficio. La credibilidad de la radio no es un cheque en blanco, hay que revalidarla cada día. Y no siempre es lo que ocurre. El día 2 saldremos de dudas.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 5683

Trending Articles