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Entrevista a Javier Gallego (I)

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Director de “carnecruda.es”

“La función del periodista es cuestionar a la sociedad en la que vive, empezando por sí mismo”

Mi memoria, más voluntarista que infalible, sitúa a Javier Gallego a finales de los noventa, en la SER. Llegó en una magnífica hornada, junto con Toni Garrido y Celia Montalbán. Yo, que había conocido, y trabajado, años atrás, con Toni, sabía que quien le acompañara tenía que participar en su mismo club de la creatividad radiofónica y tener su misma madera inconformista con la radio imperante. No me equivoqué. ¡Tampoco la apuesta era tan arriesgada! Javier demostró, allá donde trabajó (“De nueve a nueve y media”, “No somos nadie”, etc.) que su inquietud por este oficio le llevaba a circular por caminos complicados, no exentos de riesgo. Caminos que le conducían a veces a la brillantez, las más; y a veces al exceso, a la polémica, nunca a la indiferencia. Ha practicado esta misma filosofía durante toda su vida profesional y se ha llevado varios palos que le han hecho crecer aún más, tal vez por esa frase que dice “los profesionales de éxito son, ante todo, profesionales del fracaso”. De RNEle echaron. Y con su salida, prácticamente, le llegó el Ondas que le concedió Prisa Radio en 2012. Al mismo tiempo, la SER le fichó pero, y ahora se confirma con los hechos, más llevada por la pelea política que realmente por su convencimiento en el producto: “Carne Cruda”, un programa de sátira política, casi siempre despiadado en la crítica y rotundo en los planteamientos, que relegaron a su página web. Ahora, también fuera de la cadena de Prisa, ha decidido subirse al carro de la radio online y encabezar su propio proyecto. “Carne Cruda 2.0” ha muerto, señores; pero ha nacido “Carnecruda.es, la república independiente de la radio”.
  







-De nuevo estás de mudanza con ‘Carne Cruda’, Javier. De Radio 3 (RNE) a SER.comy ahora, decidido a emprender la aventura en solitario. ¿Qué reflexión te haces a estas alturas de la película?

-Es una peli de acción y de tiros en la que está siendo difícil sobrevivir. Parece claro que vivimos malos tiempos para la libertad de prensa en España que nunca ha gozado de muy buena salud pero que hoy está para que la hospitalicen. Con la crisis empresarial de los medios, el periodismo se ha quedado en manos de bancos, fondos de inversión, grandes empresas o partidos de gobierno que no llevan bien la crítica desde dentro y mucho menos en un momento en el que están en la diana de una gran parte del público que les hace responsables de la situación del país y con razón. En ese territorio comanche, es difícil ejercer el periodismo con libertad y mucho menos el periodismo crítico.

-Pero sin embargo, hay compañeros nuestros que sí mantienen la crítica al poder…

Imagen de su tiempo en la SER, junto al periodista
Eugenio García Gascón, en octubre de 2013
(Foto Mikel Ayestarán)
-Creo que algunos lo hacen con más habilidad que yo, más mano izquierda, quizá en mi caso voy demasiado de frente y eso me ha costado ya dos trabajos y no pocos disgustos. Pero la reflexión que hago es, sin embargo, positiva: al mal tiempo, muchos periodistas le están poniendo mejor periodismo.

-¿El periodismo, ante estas nuevas circunstancias, está también espabilando a muchos?

-¡Sin duda! Creo que nos ha comprometido con la profesión y al margen de los grandes medios, están surgiendo iniciativas periodísticas más independientes y muy estimulantes. Parafraseando a Golpes Bajos, son malos tiempos para la libertad de prensa y sin embargo buenos tiempos para el periodismo libre.

-En alguna de las entrevistas que te han hecho he podido leer una brillante frase tuya en la que decías que “el periodismo no tiene que ser el cuarto poder, sino el contrapoder”. ¿Quién juega con fuego termina por quemarse, sobre todo si el lanzallamas es muy potente…?

-Si me preguntas si me he quemado por intentar pelear contra el lanzallamas, no. Me he chamuscado sí, pero no estoy quemado. Al contrario, el conflicto me enciende. Creo que el que se quema es el periodismo que se queda hipnotizado con esa llama tan sugerente para algunos que es el poder. Se quema y no hace más que humo y cada vez hay más gente que se da cuenta de cuando le están intentando vender humo. En ese sentido digo que el periodismo no debe ser un poder más.

-¿La proximidad, la convivencia, con el poder puede restar independencia?

Una de las imágenes de promoción de "Carne Cruda"
que protagonizó Javier Gallego
-Desde luego. Cuando esta profesión se sube ahí arriba con los jerifaltes y hace migas con ellos, pierde la cercanía con la calle por un lado y, por otro, la distancia necesaria para juzgar con rigor a la clase dirigente, a la que no me negarás Gorka que hay que atar en corto porque si no, se desmadran. Es una obviedad que, sin embargo, hay que repetir: el periodismo debe servir al ciudadano, no al poderoso. Es un servicio público y la información veraz, un derecho constitucional. El periodista es el interlocutor, el enviado, que tiene la sociedad para controlar y certificar que quien manda no se exceda en el uso de su poder. Entre otras funciones, el periodismo es una auditoría de los poderes públicos y privados. Creo que no se le da la suficiente importancia a esto que es una de las bases de una democracia.

-¿Terminaste siendo incómodo para RNE, con el PP detrás, y has vuelto a ser incómodo en una SER algo descafeinada de la izquierda y acomodaticia? ¿Ahora, cómo te planteas la aventura: pretendes ser incómodo sólo con el poder? ¿Te dejarán?

-Como te decía, creo que el periodismo no debe resultar cómodo porque el periodismo es pregunta, es un cuestionamiento de la realidad y todo lo que cuestiona la realidad, lo que interrumpe la inercia, lo que pone en tela de juicio el orden cotidiano, incomoda. Y creo que eso está también en el ADN del periodismo. Preguntar. Dudar. No dar nada por hecho.

-¿Y tu forma de concebir el periodismo es, entonces, generar incomodidad?

De su tiempo en RNE. Javier es un tipo
 polifacético, escritor y músico, además de periodista
-No, te matizo. Dicho esto, no es mi intención ir generando incomodidad allí donde voy pero es que vivimos una época en la que muchos ciudadanos sufren muchas incomodidades por culpa de decisiones políticas y empresariales que son muy injustas con la mayoría y creo que eso hay que denunciarlo aunque no guste al gobernante o empresario de turno. El periodista tiene que correr ciertos riesgos. También para nosotros tiene que haber una cierta incomodidad porque si no, haremos periodismo de carril, acomodaticio.

-A ti no te han dejado ser incómodo en los medios tradicionales..

-…cierto, pero ahora voy a hacer el programa con la financiación de la audiencia así que ya no sé cómo van a evitar que diga lo que pienso. Por otro lado, no es solo al poder al que debes resultarle incómodo. Creo que también es una función del periodista cuestionar a la sociedad en la que vive, empezando por sí mismo.

-¿La autocrítica?

-¡Exacto! Ninguno tenemos la verdad absoluta y a los periodistas nos viene muy bien cuando nos rebaten y nos obligan a repensar. Yo tengo debates muy encendidos en las redes que me han hecho cambiar puntos de vista y eso es sano, creo. A todo esto parece que vivo la profesión como una incomodidad y no es así. Pero sí que pienso que no debe acomodarse. Me gusta que tenga tensión, sorpresa, imprevistos.

-¿Dónde te pones los límites de la crítica con “Carne Cruda”? ¿Qué respondes a las voces que te acusan de extremista y demagogo? ¿O de sermonear, lo mismo que criticas de otros…?

-Los límites los ponen la ley y la buena educación. Creo no haber caído nunca en el insulto. Es cierto que he hecho sátira y la sátira es despiadada. La sátira es cruel, dura, borde. Si no, es inofensiva. Se bordea la falta de respeto y alguna vez es posible que yo haya rebasado esa línea. He discutido sobre esto con algún oyente y en ocasiones no me ha importado reconocer el error. Pero también es verdad que a los ciudadanos nos faltan también mucho el respeto últimamente nuestros presuntos representantes y como dice Lucio Urtubia, un anarquista admirable al que entrevisté en la radio, no se puede respetar a quien no te respeta.

Imagen de su tiempo en RNE, junto a otro
gran valor de la radio española: Ángel Carmona
-¿Si puedes elegir, eliges una crítica más elegante, o la más burda?

-Soy de los que piensa que la crítica es más efectiva cuando es menos histriónica y más afinada. Es a lo que yo aspiro aunque probablemente me quedan años y puede que por eso haya gente que me acusa de extremista y demagogo. Puede ser que algunos argumentos que he utilizado lo hayan sido, aunque no conscientemente, pero también creo que parece extremista lo que digo porque la realidad en nuestro país es extrema. Lo es para mucha gente que lo está pasando muy mal, que lo ha perdido todo o casi todo, y lo es porque tenemos una clase política con comportamientos extremadamente inmorales. Creo que no es demagogia denunciarlo. A algunos les puede parecer que sermoneo y seguro que no estoy libre de pecado, pero siempre he estado abierto a discutir lo que pienso con quienes opinan distinto a mí. Me gusta hablar claro, crudo, precisamente para abrir debates, no para cerrarlos.

Continúa…

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