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"Escucho, luego pienso"

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Por Pepe Rubio, redactor de “La Ventana” (Cadena SER) 

La magia de la radio está en la calle 

La radio está llena de misterios, de ahí que la magia siempre esté presente. De niño, como tantos otros, no soy una excepción, creía que los que hablaban y cantaban a través de aquel pequeño transistor del abuelo eran unos seres diminutos que habían sido introducidos allí por un mago. Pasados los años, no sé si demasiados, me he ido convirtiendo en uno de esos gnomos del sonido. Incluso he sido objeto de curiosidad y sometido a preguntas infinitamente complicadas e incontestables. La última me la hizo recientemente otro de aquellos niños del pasado que se quedó atrapado en un encantamiento de ondas ¿Cómo conseguís los de la radio saber qué interesa a los oyentes?

Imagen de un programa de "La Ventana" (SER) realizado cara al público, en "Euskalduna" (Bilbao)
En la respuesta está el gran secreto, que por definición es algo que solamente es conocido por un número limitado de personas y yo no sé si estoy entre ellas, pero intentaré aproximarme a través de mi experiencia.

La radio se oye, y el primer paso para saber lo que un oyente quiere oír, es escuchar. Poner el oído en el mercado, el metro, el autobús, el área se servicio, la sala de espera del médico, el gimnasio, la reunión del AMPA, la terraza del bar, el parque, la urbanización, el quiosco, la comisaría, el juzgado, la rueda de prensa, la conferencia, el debate parlamentario... las palabras antes de ser escritas, leídas o locutadas, pasan por una vida que es líquida y empapa nuestros oídos convirtiéndolos en conductores de información.

El equipo de 'La Ventana" (Pepe Rubio al fondo) reunido en la redacción. No hay buen programa de radio sin una trastienda bien engrasada
Pero todo lo que se oye hay que verlo y tocarlo para creerlo. Hay que contrastarlo, y aun así, no es seguro que sea un buen tema para contarlo y que interese. Nos quedan dos sentidos claves. El gusto que no siempre tiene que ser compartido entre el que habla y el que escucha, y el olfato que es el último filtro y el más particular de cada uno. Es la capacidad de descubrir, de encontrar. En la mayoría de profesiones el éxito pasa por tenerlo todo controlado, en el periodismo por sorprendernos cada día.

Una vez aplicados los cinco sentidos a los temas que pueden interesar, debes reconocer que en tu medio y en otros hay miles de oídos, ojos, manos, lenguas y narices que han procesado otros asuntos de interés que pueden sumar o restar a los propios. Ha llegado el momento de seleccionar entre el todo, el material que has filtrado y el que te llega a través de la prensa, las redes sociales, la televisión u otras radios (nunca hay que dejar de escuchar a la competencia) o lo oyentes que te retroalimentan a través de comentarios, propuestas o “me gusta” a través de la web, la redes sociales o la llamada a redacción o en directo.

Carles Francino, la actriz y cantante Ana Belén
 y Roberto Sánchez, al fondo. Para que esta reunión
 funcione es imprescindible un buen trabajo previo
Ya has seleccionado los temas, toca pensar, darle la vuelta que suele ser la frase favorita de los jefes, enfocar, buscar, hacer que un dato, un evento, una presentación, un debate, una decisión, una votación o un incidente se puedan convertir en una buena historia. Podemos contar que el paro se ha incrementado un 1% en el último mes, pero si profundizamos un poco más, igual descubrimos que de ese aumento, un 96% son mujeres, un 30% camareros, un 20% empleados de banca y un 15% obreros de la construcción. Cada dato tiene unos rostros y detrás de cada rostro un nombre propio a entrevistar o reportear. El oyente quiere información, pero también necesita historias, explicaciones y debate de ideas. Identificarse, empatizar, entender y sacar conclusiones.

Llega el momento de exponer los temas. A las reuniones de un programa de radio hay que llegar escuchado, leído, contrastado, seleccionado, pensado y enfocado. Tus primeros oyentes serán tus compañeros y el director del programa o el editor del informativo. No te lo van a poner fácil, pero si el tema viene bien trabajado será comprado o en el peor de los casos quedará en bandeja de salida para otro día.

Y la importancia de las autopromociones...
Pepe Rubio, al fondo, junto al locutor Julio López
La magia, el secreto de acertar con un tema, por tanto, no es la incógnita de una fórmula ni ningún misterio. Es cuestión de sentir y pensar. Tener curiosidad y ponerte en el lugar de los oyentes de verdad, esos gigantes a los que hablamos los diminutos seres que hacemos la radio. A los que debemos sorprender, porque darles sólo lo que creemos que quieren oír es condenarnos a una rutina que les aburrirá y nos convertirá en malos y acomodados profesionales. Es importante tener presente el perfil, el target de oyentes que nos marcan los estudios, pero para crecer hay que salir del centro de la campana de Gauss, de la normalidad, de lo previsible. El oyente siempre va por delante y no acepta que lo infravalores. Los tiempos cambian y lo que hace 20 años asustaba a una persona mayor hoy le es indiferente. Los que tienen más de 60 años han vivido el hippismo, el nacimiento de rock y del pop, los nuevos modelos de familia, se han enganchado a las redes y nuevas tecnologías. No se van a asustar si les pones un tema de Vetusta Morla, Love of Lesbian o Los Planetas. Les puede gustar o no, pero lo tienen asimilado.

Pienso luego existo era una consecuencia que planteaba René Descartes. Escucho, luego pienso, es una continuidad temporal que no asegura el éxito, pero que te acerca a la realidad de los que oyen.


Retrato de un periodista cartesiano

Pepe Rubio
Pepe Rubio, José Rubio Miguel, es un periodista malagueño al que conocí hace muchos años en la SER. Observador silencioso, y discreto de la realidad, no es un andaluz dicharachero y verborreico (el tópico fácil al que nos han acostumbrado); sino más bien lo contrario. Su humor, irónico, sarcástico, también es más propio de otros lares que los adjudicados a su tierra. Y doy fe de que le encanta escuchar. Su rostro se apresta a mostrar interés a su interlocutor y le invita a que se confiese (gran valor de un profesional de la información). Pero, ante todo, es un periodista que piensa en radio: lo más difícil en este oficio, y que tanto cuesta a las nuevas generaciones, y a las viejas, no suficientemente recicladas. Cuando escribe, que lo hace desde una aguda sensibilidad de curioso impenitente y una habilidad envidiable, está oyéndolo en su cabeza. Es un puntal de ‘La Ventana’, pero antes lo fue en decenas de otros programas, y en todos dejó su impronta: discreta, eficaz, aguda, sensible, irónica, y todo el resto de epítetos relacionados con inteligente. Tenerlo aquí es para mí un motivo de orgullo y para mis lectores, sin duda, un regalazo. Gorka Zumeta, editor.


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